Aunque algunas personas la buscan con fines ornamentales, medicinales y alimentarios, la podagraria se ha convertido en una de las malas hierbas más difíciles de controlar, reduciendo la diversidad de la cobertura del suelo y evitando el establecimiento de plántulas de árboles y arbustos de otras especies.
La podagraria pertenece a la familia de las apiaceae y puede alcanzar una altura máxima de 100 cm. Los tallos son erectos, huecos y ranurados. Las hojas superiores son anchas y dentadas, y mantienen una disposición compuesta que recuerda una pata de cabra. Las flores están en umbelas, terminadas con rayos en un número de 15 a 20, integrada por pequeñas flores blancas.
Dada su naturaleza invasiva, es conveniente tener en cuenta algunas recomendaciones tendientes a evitar que esta especie termine adueñándose de los jardines.
Lo primero y principal que hay que tener en cuenta si se pretende acabar de forma permanente con las podagrarias, es que es necesario eliminarlas desde la raíz, porque tienen la capacidad de rebrotar al poco tiempo a partir de los pequeños restos de raíces que pudieran quedar en la tierra.
En superficies no cultivadas o bajo plantas leñosas más grandes, se puede erradicar la podagraria desenterrando completamente todas las raíces. Para evitar que la planta se extienda rápidamente, es necesario hacerlo antes de que la planta forme las semillas.
Es mejor no utilizar los de las plantas de podagraria para procesar compost, dado que pueden quedar semillas que ayudarían a extender la invasión de esta mala hierba por todo el jardín.
Otra medida útil para combatir la podagraria es cubrir el suelo para privarla de luz y oxígeno, colocando un cartón o una tela para las malas hierbas sobre la superficie afectada y cubrirla con una capa de acolchado de 10 cm de espesor. Este método requiere un control periódico, ya que las semillas mantienen su capacidad de germinar durante mucho tiempo y pueden brotar una vez que se retire la cobertura al cabo de los dos años, que es el tiempo aproximado que las raíces principales tardan en morirse.
Debido a que las reservas de almidón de esta planta suelen agotarse en la primavera, la eliminación de las hojas durante dicha estación podría ser eficaz para matar de hambre al vegetal. Una vez que esta mala hierba ha sido eliminada, la zona afectada deberá ser monitoreada periódicamente por algunos años, para detectar la posible aparición de nuevos brotes, que deberán ser desenterrados y destruidos de inmediato.