El árbol de mango (Mangifera indica) es una especie de planta con flores originaria del subcontinente indio, cuyo fruto es famoso por su exquisito sabor, algo que favoreció su expansión por otras regiones tropicales y subtropicales del planeta.
Se trata de un árbol de hoja perenne que puede crecer hasta alcanzar los 40 metros de altura, con un radio de copa que puede variar de 6 a 10 metros. Su follaje está constituido por hojas alternas, simples, de 15 a 30 centímetros de largo por 5 a 15 centímetros de ancho, que lucen un particular color rosa naranja cuando son jóvenes, adquiriendo luego un atractivo rojo oscuro brillante, para finalmente tornarse de un color verde oscuro con la madurez.
Los ejemplares de esta especie tienen su floración durante la primavera (aunque eso puede variar según la especie y el microclima), con pequeñas y blancas flores que se presentan en panículas terminales de hasta 40 centímetros de longitud. Cada florecilla puede tener cinco pétalos de hasta 10 milímetros de largo y despide un olor suave y dulce.
El fruto, o mango propiamente dicho, es una drupa que se caracteriza por su buen sabor, con una pulpa que puede ser fibrosa o no, dependiendo de la variedad que se trate (existen más de cien cultivares de esta especie). Al madurar, estas frutas pueden lucir un color rojo, anaranjado o amarillo, y su tamaño y forma también puede variar según la variedad.
El mango tarda de tres a seis meses en madurar y es utilizado en diversos alimentos, y es apreciado por su bajo contenido en calorías y por aportar antioxidantes, vitamina B5 y vitamina B5, y por ser de muy fácil digestión.
Este árbol es ligeramente tolerante al calor y sus hojas pueden volverse amarillas ante temperaturas elevadas, pero se ponen verdes en ambientes climáticos más fríos. Por lo general, puede necesitar cerca de un cincuenta por ciento de sombra durante el día durante la primavera y el verano, sobre todo en regiones con veranos muy calurosos.
Árbol de mango (Mangifera indica): Condiciones básicas para su cultivo
En cuanto a sus necesidades de riego, el árbol de mango ya establecido puede necesitar agua cada dos días en el período más caluroso del verano, mientras que en el invierno la frecuencia pasa a ser de una aplicación cada dos semanas.
Crece mejor en suelos profundos y bien drenados, y los mismos no necesitan estar enriquecidos con materia orgánica. Si se desea fertilizarlo para un mejor desarrollo, floración y fructificación, se le puede aportar compost o emulsión de pescado cada dos meses, desde mediados de invierno hasta mediados de verano.
Respecto de la poda, se recomienda recortar para darle forma a finales del invierno o a principios de la época primaveral.