Los pensamientos son híbridos derivados de la Viola tricolor silvestre y son muy utilizados para ornamentar jardines y otros espacios gracias a que puede resistir sin problemas las bajas temperaturas, no requieren excesivos cuidados y porque sus flores se presentan en una amplia variedad de colores.
Estas plantas semiperennes (bianuales) suelen tener una altura que va de los 15 a los 30 cm y a partir del otoño producen flores de pétalos aterciopelados con una gama de colores que incluyen dorado, amarillo, rojo, violeta, azules, salpicados con otras tonalidades que resaltan aún más su belleza.
En la actualidad existen mas de 250 variedades de pensamientos clasificados en series, cada una de ellas compuesta por varios cultivares que varían en color, pero que comparten cualidades tales como grado de resistencia al frío, formas, marcas, etc.
Los pensamientos, por lo general, mantienen su brillante floración durante toda la temporada fría e incluso hasta bien entrada la primavera, perdiéndola completamente en verano, cuando las matas adquieren un aspecto marchito.
Si bien se trata de plantas de gran resistencia, los pensamientos requieren unos cuantos cuidados, como ser cultivados en suelos ricos en nutrientes que contribuyan a mejorar su crecimiento y floración, con una buena exposición a la luz natural.
También se recomienda que el sustrato en el que se encuentran ubicados esté siempre húmedo, con un riego a fondo por semana, aunque como siempre se debe evitar mojar hojas y flores y los encharcamientos de agua, ya que esto ayuda a la aparición de hongos o la putrefacción de tallos y raíces.
La mejor época para plantar pensamientos es el otoño, siendo necesario hacerlo en tierra nueva, lo que asegura una provisión adecuada de nutrientes por aproximadamente dos meses, al cabo de los cuales se aconseja regar el suelo con abono (de tierra o líquido) para plantas de flor.
Respecto de las plagas y enfermedades que pueden afectar el crecimiento y supervivencia de los pensamientos, se destacan los pulgones, las larvas de los mosquitos de las violetas, los diplópodos (conocidos popularmente como milpies) y los hongos.
Para enfrentar a las tres primeras amenazas, se puede recurrir al uso de insecticidas caseros o aquellos que proveen las casas comerciales especializadas en jardinería y control de plagas. Respecto de los hongos, se puede saber que una planta está siendo colonizada por el oídio cuando sus hojas y tallos adquieren un color blancuzco.
En este último caso, se considera que resulta más económico y conveniente deshacerse de las plantas afectadas y reemplazarlas por otras nuevas, que recurrir a la compra de productos fungicidas.