Cuando algo parece andar mal y las plantas de interior no progresan en su crecimiento o desarrollo, la pregunta más común planteada por el principiante es: «¿Qué fertilizante debo usar?».
La respuesta debería ser: «Asegúrese primero si la planta necesita realmente fertilización, pues su pobre condición podría deberse a una causa distinta a la falta de alimentación».
No hay que esperar milagros de los fertilizantes. Ellos no compensarán la falta o el exceso de agua, la exposición a corrientes de aire o la falta de humedad en la atmósfera, la mucha o escasa luz o muchas otras faltas culturales o ambientales a las que la planta de interior pueda estar sujeta.
Los fertilizantes ayudan solamente cuando la planta está en condiciones de usar con ventaja una cantidad suplementaria de nutrientes.
Esto significa, generalmente, que el agregado de fertilizante debe hacerse cuando la planta está en la estación de crecimiento más que cuando está en letargo y en la época en que la maceta está llena de raíces sanas.
Las sustancias nutritivas contenidas en la tierra de una maceta son suficientes para satisfacer las necesidades de la planta de interior hasta que sus raíces hayan tomado posesión de todo el sustrato disponible y hayan comenzado a formar una apretada red de raíces en la parte exterior del terrón. Cuando se alcanza esa condición se requerirán nutrientes adicionales, los que se pueden proporcionar ya sea poniendo la planta en un contenedor más grande o alimentándola (suministrando abonos o fertilizantes suplementarios)
Una vez que la planta ha llegado a su maceta definitiva, la fertilización pasa a reemplazar al reenmacetado. También se puede alimentar la planta antes de su trasplante final, si es que se ha demorado el nuevo enmacetado por un tiempo después de que las raíces llenaron todo el contenedor.
Por alimentar y fertilizar se entiende al suministro de sustancias nutritivas como suplemento de aquellas originalmente mezcladas con la tierra del contenedor. Significa proporcionar fertilizantes para promover el crecimiento después de que la planta se ha establecido bien en su maceta.
A fin de lograr su mayor efectividad, tales abonos deben ser solubles y más bien de absorción rápida. Es cierto que muchas voces sugieren mezclar fertilizante de solución y absorción lenta con la tierra en que primeramente se enmaceta la planta, de manera que las raíces hagan uso de ellos gradualmente a medida que se liberen y por lo tanto durante un período bastante más largo, pero no son éstos los fertilizantes que se utilizan para la alimentación suplementaria.
Salvo casos muy excepcionales, las plantas sólo necesitan la ayuda de tres elementos fertilizantes. Los otros, de los que la tierra acusa sólo trazas, están casi siempre presentes en cantidades suficientes aún en los reducidos volúmenes de suelo de una maceta.
Los tres elementos críticos son el nitrógeno, el fósforo y el potasio. El primero induce la emisión de brotes jugosos y la formación de hojas; el segundo estimula el desarrollo de raíces fuertes y tallos resistentes e influencia el desarrollo de las flores y los frutos, y el potasio es importante al proporcionar resistencia a las enfermedades y sirve para equilibrar las tendencias a un crecimiento demasiado exubertante como resultado del exceso de nitrógeno.
Se pueden encontrar fertilizantes comerciales completamente solubles que contienen nitrógeno, fósforo y potasio, y se ofrecen marcas particulares especialmente preparadas para plantas de interior y cualquiera de ellas puede ser satisfactoria, porque el factor importante no es cuál abono usar, sino cómo y cuándo se aplica.
Pueden ser utilizados en forma de polvos o pastillas o en soluciones disueltas en agua. Respecto de estas últimas, es cierto que se las tendrá que aplicar con mayor frecuencia que los fertilizantes secos, pero elimina el peligro de fuertes concentraciones que podrían perjudicar las raíces.
Los fertilizantes secos se espolvorean por encima de la tierra y se rasca un poco la superficie para que se mezclen con ella. Los que vienen en tabletas o pastillas se colocan en huecos que se hacen al efecto en el suelo. Los abonos líquidos se aplican en forma de riego.
La mayoría utiliza fertilizantes en concentraciones demasiado fuertes y demasiado espaciadas. Soluciones débiles aplicadas con mucha frecuencia también suele ser la regla de oro. Otras personas usan los fertilizantes para plantas de interior dos o tres veces más seguido de lo que recomienda el fabricante.
Fertilización de plantas de interior: Errores que deben evitarse
Para alimentar correctamente a las plantas de interior, deben tenerse en cuenta los siguientes cuidados:
- No se debe aplicar fertilizante si la tierra está muy seca. Primero debe regarse para poner el fertilizante una hora después.
- Tampoco se debe fertilizar plantas anegadas. Antes es necesario limpiar el drenaje y enmacetar en tierra nueva si hace falta.
- Por último no es conveniente fertilizar una planta de interior en letargo con la misma frecuencia que una que está en activo crecimiento.