Algunas prácticas que ayudan a mantener un huerto saludable y productivo

El mantenimiento de las plantas de un huerto suele ser, en algunos aspectos, más exigente que el que se realiza en un jardín, y esto se debe a que lo que se planta en el primero tiene como destino la mesa familiar, por lo que es necesario realizar algunas tareas sencillas pero necesarias para la salud de la huerta y para obtener buenas cosechas.

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La preparación del terreno en el que se cultivará un huerto es un paso fundamental si se desea tener éxito en conseguir alimentos vegetales propios. En ese punto, es importante enriquecer el sustrato con compost o estiércol y luego labrar la tierra para que el suelo quede suelto y mullido para favorecer su aireación, el drenaje y el desarrollo normal de las raíces.

Para obtener un buen rendimiento de las distintas especies vegetales que se cultivan en un huerto se deben aplicar buenas dosis de abonos orgánicos desde el mismo momento en que comienzan a aparecer los primeros brotes.

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El tipo y proporción de estos fertilizantes dependerán de las variedades que se siembren, por lo que conviene informarse adecuadamente sobre cuáles composiciones son las más enriquecedoras para tal o cual planta, de forma que el producto final no sufra alteraciones en sus propiedades.

Un huerto saludable y productivo también demanda una provisión regular de agua, con riegos más frecuentes durante las estaciones de primavera y verano, pero siempre evitando que se produzcan encharcamientos que favorezcan la aparición de hongos causantes de enfermedades.

En este apartado, el riego por goteo puede ser una de las técnicas más convenientes de irrigación para una huerta, ya que ayuda al ahorro del agua, ofrece mejor control del suelo, reduce la pérdida de nutrientes por lixiviación,  facilita la aplicación de abonos, y permite obtener un mayor rendimiento de los cultivos.

Tareas para un huerto saludable: Prevenir plagas y enfermedades

Otra práctica importante para el cuidado de un huerto es la observación diaria de las plantas que lo componen, con la finalidad de detectar cualquier indicio que alerte sobre la presencia de alguna enfermedad o plaga que pueda arruinar todo el trabajo invertido.

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Para ello, es necesario tener conocimientos básicos sobre los síntomas reveladores de la presencia de las amenazas de origen animal, como ácaros, babosas, orugas, moscas, caracoles, coleópteros, pulgones, etc.; o de aquellos hongos, como el oídio, la roya y la botritis.

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La detección temprana de esas señales es vital, porque tanto las plagas como las enfermedades cunden con mucha velocidad en los huertos, debido a que las plantas que allí se cultivan son muy sensibles a dichos males. En caso de descubrir a algún ejemplar afectado, es mejor retirar la planta para evitar la propagación.

Una buena práctica para prevenir la aparición de plagas es recurrir a asociaciones de plantas, aprovechando aquellas especies que atraen insectos beneficiosos  o que repelen a los dañinos para la salud del huerto.

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Ruben
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