La albaida, albada o mata blanca (Anthyllis cystoides) es una leguminosa originaria de la región occidental del Mediterráneo que puede utilizarse como un atractivo ornamento en jardines, siendo muy útiles para crear manchas de color, ya sea como especie única o en combinación con otras especies de matas.
Además de su valor decorativo, las plantas de esta especie constituyen una buena defensa del suelo contra la erosión. Asimismo, y debido a su capacidad para acumular materia orgánica, contribuyen a aumentar el contenido de la misma en el suelo donde se encuentren, convirtiéndose en un eficiente medio para ayudar a la re-vegetación de las zonas degradadas de un jardín.
Esta planta se presenta como un arbusto leñoso que mide generalmente entre 30 y 90 centímetros de alto. Sus tallos erectos tienen una textura afieltrada con abundantes pelos blanquecinos, azulados o grisáceos. Las hojas basales son linear-lanceoladas, simples y con pecíolo corto; las superiores, por su parte, son trifoliadas, insertas sin pecíolo sobre el tallo, de forma lanceolado-elíptica.
La inflorescencia de la albaida se presenta durante la primavera bajo la forma de largas espigas constituidas por una o tres flores con corolas amarillas, que combinadas con las tonalidades grisáceas o azuladas de las ramas le dan un aspecto estético muy interesante y útil para adornar un jardín. Los frutos, que maduran en verano, también hacen su aporte al atractivo visual de la planta, gracias a su color rojizo.
Esta leguminosa crece bien en suelos secos y calizos, ofrece una mayor adaptación a las sequías y no soporta las heladas.
Reproducción de la albaida
La reproducción de esta especie se realiza por semilla, ya sea adquirida directamente en un negocio del rubro o aprovechando la producida por cultivos anteriores de albaida. Sin embargo, antes de optar por esta segunda opción debe considerarse el hecho de que el proceso de separación del fruto y la semilla es más difícil que en otras especies, lo que puede demandar la aplicación de tratamientos pregerminativos para eliminar la vaina que contiene las semillas.
Para su cultivo en vivero se recomienda utilizar recipientes de más de 15 cm de profundidad, colocando de 4 a 6 semillas de albaida en cada uno de ellos, en una mezcla de sustrato con tierra. La semilla también puede sembrarse directamente en el jardín u otro espacio verde, en un lugar bien soleado.
En grandes extensiones de terreno, se puede aplicar la hidrosiembra, una técnica que consiste en la proyección de una mezcla de semillas de albaida y otros elementos sobre el terreno con el fin de asegurar una mayor germinación.