Acerola (Malpighia emarginata): Cultivo, riego y cuidados

La acerola (Malpighia emarginata) es un arbusto frutal de la familia Malpighiaceae que crece espontáneamente en América Central, las Antillas y en las zonas tropicales húmedas de Sudamérica, y cuyo cultivo se ha extendido considerablemente gracias a sus sabrosos frutos, que se aprovechan para su consumo directo o para la elaboración de jugos y dulces.

Esta planta perenne puede crecer hasta los 3 metros de altura y se puede cultivar en espacios abiertos en forma de seto o de ligustro, e incluso se pueden utilizar como bonsái para decorar espacios interiores.

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La acerola se caracteriza por presentar un follaje denso, compuesto por numerosas ramas pobladas por hojas simples, enteras, opuestas, y pubescentes de color verde obscuro. Las flores tienen cinco pétalos que miden alrededor de 15 centímetros de largo y pueden ser de color rojo, rosado, lila, e incluso blanco, reunidas en corimbos axilares.

Los frutos de esta planta son redondos y miden 2 centímetros de diámetro. Están cubiertos por una piel lisa, de color rojo o amarillo y en su interior presenta gajos y tres semillas apretadas muy duras.

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El contenido del fruto de la acerola es jugoso y suave, su sabor es agridulce ácido, y tiene un importante contenido de vitamina C, vitamina B6, vitamina B1, vitamina A, flavonoides y minerales esenciales, como hierro, calcio, fósforo, potasio, magnesio.

En regiones donde predominan los climas tropicales, esta planta siempre presenta pimpollitos por salir y frutos chicos, medianos y maduros al mismo tiempo.

La acerola es una planta muy rústica, capaz de tolerar tanto las sequías como las heladas suaves, y es relativamente poco exigente en el riego.

Para un buen crecimiento y desarollo, los ejemplares de esta especie necesitan ubicarse a pleno sol. En aquellos lugares con inviernos con temperaturas inferiores a los -2ºC, es conveniente trasladar las plantas a lugares protegidos del frío o cubrirlas con plástico.

La acerola puede cultivarse en suelos fértiles tanto arcillosos como calizos, todos ellos con un buen drenaje para evitar los anegamientos y la asfixia de las raíces.

La reproducción de esta especie se puede llevar a cabo por semillas de plantas que no han sido expuestas a la polinización cruzada con otras especies frutales. Antes de su siembra, los granos deben limpiarse y secarse, además de tratarse con un fungicida.

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Debido a que existe una alta probabilidad de que las semillas de acerola tengan una muy baja capacidad germinativa, muchos prefieren aplicar la técnica de propagación por esquejes extraídos de especímenes adultos (de 3 a 4 años). Los gajos cortados deben medir unos 25 centímetros de longitud por 15 milímetros de espesor.

Cosecha del fruto de la acerola

La planta de acerola comienza a producir frutos al año y medio de su plantación, y a partir de entonces puede fructificar hasta cuatro o cinco veces al año.

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Una vez cosechado, el fruto tiene una corta vida, no superior a los dos días, de allí que es preferible hacer su recolección cuando aún presentan una coloración verde, para poder consumirlo o procesarlo cuando adquiera su color rojo.

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