Estas deliciosas frutas no requieren ninguna habilidad especial en su cultivo. Sin embargo, el tiempo de la recolección es muy importante y hay que hacerlo en el momento preciso para asegurarse la buena conservación de los frutos.
Los perales necesitan un suelo templado, algo rico, que retenga la humedad y que esté drenado. Utilice compost enterrado a una palada de profundidad, y también como cobertura orgánica en primavera. En los árboles nuevos, arranque las flores que aparezcan en la primavera siguiente a la plantación, pero deje las hojas.
A continuación desarrollaremos la forma de poda en árboles de tronco bajo.
Son los más fáciles de cultivar. En tanto a la poda, recorte las ramas principales del árbol recién plantado unos 15-25 cm. para estimular el desarrollo en extensión y repítalo en inviernos sucesivos, hasta que haya adquirido un robusto esqueleto.
Casi todos los perales florecen con bastante libertad. Esto significa que las ramas secundarias que brotan de las principales y de sus bifurcaciones, echarán muchos brotes fructíferos. Así pues, en estos árboles reduzca la poda de ramas secundarias, para asegurarse buenas cosechas, pero quite en invierno todas aquellas que congestionen y que hayan fructificado.
Algunas variedades presentan ramitas que tienden a colgar: no trate de impedirlo y solo si una rama pende demasiado y presenta un renuevo fuerte cerca del codo, corte la parte colgante al ras del punto de origen del vástago erguido. Este último se convertirá en una nueva guía. Si no hay brotes, pode la parte colgante hasta una ramilla fructífera que quede justo detrás del codo.
Estos perales, insistimos, no deben podarse demasiado. Si tiene dudas, espere hasta el verano antes de proceder a la poda correctora.