La cochinilla algodonosa es un pequeño insecto cuya presencia puede afectar el crecimiento, la apariencia y vigor de muchas plantas, tanto en espacios interiores como en invernaderos, y que también suele atraer a otras plagas y enfermedades, como hormigas y hongos.
Las cochinillas algodonosas hembras pueden llegar a medir hasta 5 mm, mientras que los machos presentan un tamaño algo menor. Ambos tienen un aspecto ovalado y sus cuerpos están cubiertos con una especie de sustancia blanca y esponjosa, similar al algodón, que le sirve de protección y que también le da su nombre.
Esta plaga se alimenta clavando un pico chupador sobre hojas, tallos y frutos para absorber la savia, causando amarillamiento y reducción del crecimiento de las plantas atacadas, que suelen sufrir la caída prematura de las hojas e incluso la muerte de las ramas cuando el grado de infestación llega a ser muy alto.
Otro aspecto negativo de la cochinilla algodonosa es que resulta difícil de detectar, porque suele instalarse en las partes menos visibles de las plantas, y también se expande con mucha facilidad, debido a que cada uno de esos insectos lleva una especie de bolsa blanca alargada en la parte posterior del cuerpo, en el que puede almacenar entre 600 u 800 huevos.
La cochinilla algodonosa no sólo resulta dañina por su sistema de alimentación, sino porque también secreta una sustancia espesa azucarada (melaza) que promueve el crecimiento del hongo negrilla o fumagina, además de atraer a las siempre devastadoras hormigas.
La primera recomendación para detectar tempranamente la presencia de esta plaga es examinar las plantas semanalmente, sobre todo en los nudos y en las caras interiores de las hojas, con el fin de verificar la existencia de pequeñas burbujas blancas y lanosas o la presencia de la melaza antes mencionada.
La aparición de hojas amarillas, descoloridas o deformadas pueden ser una señal de alerta sobre un ataque en estado avanzado.
¿Cómo se la previene y combate?
En el caso de las plantas de interiores, una medida de prevención común es evitar el exceso de sequedad ambiental que pueda favorecer la aparición de esta plaga, ya sea cambiando la ubicación de la planta a un ambiente más fresco e iluminado, o mediante la instalación de humificadores en el interior de la vivienda.
Cuando se produce la detección temprana de la cochinilla algodonosa en plantas y árboles pequeños, la misma puede removerse aplicando un cepillo de cerdas suaves, un pincel, un paño húmedo o una mota de algodón empapada en alcohol desnaturalizado o aceite vegetal en ambos lados de las hojas y en los nudos. En plantas, árboles y arbustos de tallo fuerte se puede atacar a estos insectos con agua a presión de una manguera.
Cuando el grado de infestación es alto, se aconseja rociar todo el follaje con un insecticida de jabón o aceite, repitiendo las aplicaciones cada dos o tres días hasta que desaparezcan todas las cochinillas algodonosas. Asimismo, se debe quitar una porción o todas las hojas de las plantas atacadas, y colocar las partes podadas en una bolsa de plástico que debe dejarse bien cerrada y expuesta al sol, para que el calor se encargue de matar a las cochinillas.
