La malva común (Malva sylvestris) es una herbácea anual o bianual originaria de Europa, que suele utilizarse con fines decorativos, gracias a la belleza de sus flores, o medicinales, debido a los principios activos benéficos contenidos en sus partes aéreas.
Esta planta puede desarrollar un tallo parcialmente erguido, glabrescente a pubescente, y puede alcanzar entre 30 y 80 centímetros de altura (aunque algunas variedades son capaces de llegar a los 2 metros). Presenta hojas alternas y pecioladas con lóbulos crenados (con forma de ondas) y pelos dispersos en las nervaduras del haz.
La floración de la malva común tiene lugar en primavera y verano, y está constituida por flores de color rosa-violáceo recorridas por patrones de venas de color rojo, dispuestas en fascículos axilares y con una corola de cinco pétalos. Estas partes de la planta se cierran al anochecer y ante condiciones de mal tiempo para proteger el polen.
El fruto de esta especie es seco inhedescente (encapsulado) constituido por varios mericarpios que se separan a la madurez y que contienen semillas con forma arriñonada.
Los climas más adecuados para el cultivo de la malva común son el templado, templado-cálido, y de montaña. Respecto de la calidad del suelo, esta planta tiene la capacidad de germinar y desarrollarse sin problemas en diferentes tipos de terreno, pudiendo ser aprovechada para colonizar suelos pobres.
En todo caso, los ejemplares de la malva común pueden tener un mejor desarrollo si se depositan en sustratos ligeros, de consistencia media y bien drenados, como es el caso de los suelos arenosos combinados con materia orgánica.
Las técnicas de reproducción que se aplican a esta especie son por semillas o por esquejes en primavera.
Si se decide aplicar el primer método, debe tenerse en cuenta que las semillas conservan su poder germinativo por cerca de los tres años, por lo que puede convenir emplear la simiente obtenida de la cosecha del año anterior.
La multiplicación por semillas permite su siembra en viveros durante los últimos días de invierno, para luego llevar los plantines al lugar de cultivo definitivo una vez alcanzado el tamaño adecuado y terminada la temporada de heladas. Del mismo modo, si se decide sembrarlas directamente en el terreno, la mejor época para hacerlo es a principios de la primavera.
Cultivo de la malva común: Riego y cuidados
Los riegos deben ser muy moderados y suministrarse en caso necesario, sobre todo en el momento de trasplante a su lugar definitivo.
En cuanto a otros cuidados, la malva común necesita que su zona se mantenga libre de malezas que pudieran competir con ella en el aprovechamiento de los nutrientes de la tierra. Dado que tiene un crecimiento muy rápido y una buena capacidad de autoreproducción, se debe evitar su expansión descontrolada.