Preparar el suelo en el que se van a sembrar las semillas o implantar ejemplares de especies que formarán parte de un huerto implica realizar diferentes tareas que van desde la mejora del sustrato a la nivelación del terreno, pasando por la prevención y erradicación de plagas.
La mejora del suelo con nutrientes es un requisito indispensable si se desea que las plantas crezcan y se desarrollen de la mejor manera y asegurar de este modo una buena cosecha.
El tipo y cantidad de abono que se incorporará al huerto dependerá de las especies que se van a implantar en el mismo, debido a que existen hortalizas muy demandantes de nutrientes (tomate, col, apio, remolacha, berenjena, papa, etc.), otras que tienen un consumo medio de los recursos de la tierra (zanahoria, cebolla, menta, pimiento, espinaca, lechuga, etc.), y otras que son poco exigentes (rabanito, ajo, valeriana comestible, hinojo, etc.).
Teniendo en cuenta esa clasificación, se estará en condiciones de saber si el suelo de un huerto va a necesitar un abonado más o menos frecuente o una rotación con cultivos menos exigentes cada cierto tiempo para evitar el emprobecimiento de la tierra.
Es muy posible que, después de haber enriquecido el suelo, aparezcan malas hierbas que si se las deja desarrollar se convertirán en una amenaza para la existencia de las plantas del huerto, debido a que competirán con éstas en la demanda de los nutrientes existentes en el suelo.
Para evitar que estas visitantes no deseadas se instalen definitivamente, se recomienda realizar carpidas frecuentes, roturando superficialmente el suelo (hasta 12 centímetros de profundidad, dependiendo de los cultivos previstos) con la ayuda de un rastrillo o una azada.
Esta labor, además de ayudar a quitar las malas hierbas, también contribuye a mejorar la granulosidad de la tierra, aumentando el contenido de aire y activando las reacciones del suelo y la consecuente descomposición de las sustancias orgánicas.
Preparación del suelo: Controlar la presencia de insectos dañinos
Las hormigas, gusanos y otros insectos también representan una grave amenaza para la salud de las plantas cultivadas en un huerto, por ello es importante, durante la etapa de preparación del suelo, tomar las medidas necesarias para eliminarlos.
Para esta tarea de control pueden ser de utilidad los insecticidas que se comercializan en tiendas especializadas. En este aspecto se debe tener cuidado de seleccionar un producto que no sea agresivo para la salud de las personas ni de las mascotas, ni que se convierta en un factor contaminante del suelo, el agua o las plantas.
Por ese motivo se suele recurrir a compuestos comerciales elaborados a base de sulfato de nicotina o de piretrinas (naturales o sintéticas), o en su defecto utilizar productos orgánicos que pueden ser elaborados en casa.
Una vez que se ha enriquecido el suelo y controlado las malas hierbas y a las plagas, se está en condiciones de comenzar a roturar y emparejar la superficie del terreno, además de marcar los canteros en los que se sembrarán las semillas o se colocarán los plantines criados en almácigos para completar la instalación del huerto.