Conocida comúnmente como hortensia de invierno o col de invierno, la Bergenia crassifolia es una planta vivaz originaria de los bosques de Siberia, muy útil para ornamentar jardines gracias al atractivo aspecto de sus hojas perennes y flores, y a sus pocas exigencias de cultivo.
Se trata de una herbácea perenne de origen salvaje que parte de un gran rizoma y que puede crecer hasta alcanzar entre 15 y 45 centímetros de altura, formando matas redondeadas. Sus diferentes variedades comerciales se utilizan en jardines como cubresuelos o para completar borduras. También pueden cultivarse en macetas y otros contenedores y resultan un buen atractivo para las mariposas.
Las hojas de la Bergenia crassifolia nacen desde el propio rizoma, son carnosas y grandes que forman una roseta basal, generalmente de color verde brillante, con nervaduras bien marcadas y largos pecíolos rojizos. En algunas regiones con climas más fríos, el follaje puede adquirir una tonalidad bronceada durante el invierno.
Las flores de esta planta comienzan a aparecer a mediados del invierno para formar pequeños racimos densos y globosos. Cada una de ellas tiene forma de campanilla y por lo general de color rosa, si bien existen cultivares con flores blancas, púrpuras o rojas.
Para crecer y desarrollarse sin problemas, la Bergenia crassifolia puede ubicarse a pleno sol (en áreas templadas o frías), o en semisombra en aquellas zonas donde predomina el sol fuerte.
Como es una planta de mucha resistencia, tolera una amplia gama de condiciones de suelo (normal, arenoso o arcilloso), aunque prefiere aquellos sustratos calcáreos, fértiles y húmedos pero bien drenados, ya que el exceso de agua puede provocar la pudrición del rizoma.
Tiene poca tolerancia a las sequías, por lo que se recomienda someter a la Bergenia crassifolia a un régimen constante de riego.
Bergenia crassifolia: Multiplicación y mantenimiento
La Bergenia crassifolia puede multiplicarse con facilidad por división de mata a principios de otoño o durante la primavera. También se pueden obtener nuevas plantas a partir de segmentos de rizoma de especímenes mayores a los 4 o 5 años, asegurándose de que cada pedazo tenga al menos una yema con hoja.
El único trabajo de mantenimiento que requieren las plantas de esta especie consiste en podar por la base las hojas muertas y las flores pasadas para que continúe floreciendo hasta el verano. También conviene cortar las hojas ubicadas inmediatamente por debajo de las flores cuando éstas comienzan a abrirse, para que éstas aumenten su tamaño.