El orégano (Origanum vulgare) es una especie perteneciente a la familia de las labiadas, originaria de las regiones occidentales de Asia y de la cuenca del Mediterráneo, que es cultivada desde tiempos antiguos como aromática, no sólo para su uso en las artes culinarias, sino también en la industria licorera, cosmética y farmacéutica, y en aplicaciones de tratamientos caseros antirreumáticos, cicatrizantes, digestivos y antiasmáticos.
Se trata de una herbácea perenne, rizomatosa y muy ramificada que suele crecer hasta alcanzar entre los 45 y 80 centímetros de altura. Su tallo es erecto, de sección cuadrada, suele adquirir una tonalidad rojiza y se encuentra cubierto por un indumento piloso blanquecino. A medida que se desarrolla, se ramifica en la parte superior y se deshoja en las partes más cercanas al suelo.
Las hojas del orégano surgen dispuestas de dos en dos por cada nudo en forma opuesta, pecioladas, aovadas de 2 a 4 centímetros de largo, con bordes enteros o ligeramente dentados y cubiertas en ambas caras por pequeños vellos y glándulas que contienen su sustancia aromática característica.
Las flores son muy pequeñas, de 2 a 3 milímetros de longitud, pueden ser de color blanco, rosa, rojo o púrpura, nacen en apretadas inflorescencias terminales muy ramificadas y están protegidas por brácteas anchas de color violáceo.
Para tener un buen crecimiento y desarrollo, el orégano necesita estar ubicado en un lugar totalmente soleado, con predominio de temperaturas templado-cálidas, soporta bien las bajas temperaturas y no tolera los ambientes muy secos.
En cuanto a sus necesidades de suelo, las plantas de esta especie tienen la capacidad de crecer sin inconvenientes en todo tipo de medio, incluidos los arenosos, áridos y pedregosos, siempre y cuando posean un buen nivel de materia orgánica, tengan un buen drenaje y no contengan un pH superior a 8,2.
Para obtener buenos resultados en el cultivo del orégano, es recomendable partir de plántulas producidas a partir de la división de matas de plantas madres seleccionadas, o de gajos.
Orégano: Preparación del terreno e implantación
El terreno se prepara roturándolo, quitando toda maleza que pudiera estar presente y que podría competir por los nutrientes. Se agrega a la tierra materia orgánica y luego se empareja y refina, dejándola lista para recibir los plantines.
Éstos se implantan guardando una distancia de 30 centímetros entre uno y otro, en surcos a su vez distanciados a unos 70 centímetros. A continuación y antes de que se cumplan dos meses se limpian las malas hierbas que pudieran haber crecido en el lugar y se riega sin que lleguen a producirse encharcamientos.
El primer corte se puede realizar al cumplirse 60 días de la plantación del orégano, mientras que el segundo tiene lugar a los 120 o 150 días. La cosecha se debe realizar en plena floración de la planta y en horas de la tarde, cuando no reciba pleno sol, cortando las puntas de las ramas que contienen hojas y flores.