Nabo (Brassica rapa): Cultivo, riego y cosecha

El nabo (Brassica rapa) es una planta bianual originaria de Europa y Asia, perteneciente a la familia de las crucíferas o brasicáceas, cuya raíz, de sabor ligeramente dulce y suavemente picante, ha sido consumida por el ser humano desde la antigüedad.

Es una especie cuyas variedades tiernas se cultivan como hortalizas sobre todo en las regiones con climas templados de todo el planeta, y constituye una importante fuente de vitaminas C y B1. Actualmente también se aprovechan las hojas para elaborar ensaladas, y sus semillas para producir aceite para aderezo de comidas.

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Una de las principales características del nabo es su raíz carnosa, engrosada de formas redondas y alargadas, de color blanco cremoso, a excepción de los 2 o 3 centímetros superiores que sobresalen del suelo y que adquieren una coloración roja o púrpura por su exposición a la luz del sol.

De esa formación brota un talo erecto breve antes de la floración, que luego se alarga y ramifica hasta alcanzar los 100 centímetros de altura. Es de color grisáceo y cuenta con hojas basales agrupadas en roseta, lobuladas y dentadas, y con hojas superiores menos lobuladas y menos dentadas. Estos órganos se conocen como grelos y pueden medir de 20 a 40 centímetros de largo por 10 a 15 centímetros de ancho.

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Las flores de la planta de nabo se presentan en racimos de color amarillo con un diámetro aproximado de 15 centímetros. mientras que su fruto es una silicua, es decir, una cápsula alargada y seca que no está preparada para abrirse de manera espontánea, conteniendo en su interior semillas esféricas de color castaño claro.

Se trata de una especie que necesita de climas templados o templado-fríos. No se recomienda su cultivo en regiones cálidas debido a que las altas temperaturas suelen reducir de manera notable su productividad. Por el contrario, tiene una buena resistencia contra heladas de hasta -4ºC.

Hablando de temperatura, los niveles ideales para el desarrollo y crecimiento del nabo se encuentran alrededor de los 20ºC y 22ºC, aunque también puede rendir con temperaturas ambientales comprendidas entre los 5ºC y 25ºC.

Los mejores suelos para el cultivo de esta especie son los francos, profundos, ligeramente alcalinos y enriquecidos con un buen aporte de materia orgánica. Deben evitarse, en todo caso, los terrenos con poco drenaje.

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Las semillas de nabo pueden sembrarse durante otoño, invierno y primavera, enterrándolas en líneas separadas por 40 centímetros y a una profundidad de 2 centímetros. A las dos semanas se realiza un raleo de las plántulas, de tal manera que las mismas queden distanciadas una de otra a 15 centímetros.

Nabo: Riego y cosecha

Desde la siembra y hasta la cosecha, que tiene lugar a los 60 o 90 días (dependiendo de la variedad), se debe regar tratando de mantener el suelo húmedo, pero evitando los encharcamientos que pueden afectar la salud de la raíz y el normal crecimiento de la planta.

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Para retirar la raíz comestible una vez cumplido el ciclo del cultivo, sólo se debe aflojar el suelo y retirar las plantas manualmente. Para evitar que pierda parte de su valor nutritivo, es recomendable lavar los nabos cosechados poco antes de ser consumidos.

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Ruben
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