Originario de China, el ailanto o árbol del cielo (Ailanthus altissima) es un árbol rústico de rápido crecimiento y fácil propagación, que se ha convertido en una interesante opción para ornamentar un jardín de grandes dimensiones.
Se trata de un árbol de hoja caduca que en la madurez alcanza un gran tamaño, llegando a medir más de 20 metros de altura por 10 a 15 metros de diámetro. Su sistema radical se extiende horizontalmente, ocupando grandes áreas y con gran facilidad de rebrote.
El tronco único del ailanto está cubierto por una corteza gris y agrietada, con tonos marrones en la adultez avanzada. es de corteza gris y agrietada, con tonos castaños en ejemplares de mayor edad.
Las hojas son largas, pecioladas y grandes de más de 50 centímetros de largo y de color verde medio que contienen una sustancia que al estrujarlas despiden un olor bastante repulsivo.
Las flores se inician a principios del verano, apareciendo en panículas de hasta 30 centímetros de longitud. Pueden ser unisexuales (en diferente pie de planta) o hermafrodias, de color verdoso y, en el caso de las masculinas, de aroma desagradable.
El fruto del ailanto es una sámara (fruto seco y alado) de color rojo que al madurar se vuelve castaño claro. En ambos estados de crecimiento estos órganos de la planta son muy ornamentales, sobre todo al comienzo de la madurez cuando lucen su atractiva coloración rojiza. Se mantienen muchas veces en el árbol cuando ha perdido todo el follaje, esperando a que las ráfagas de viento ayuden a su dispersión.
Como se señaló previamente, este árbol originario de China se caracteriza por su rusticidad, siendo altamente resistente tanto a la sequía como a la contaminación, además de poder crecer sin inconvenientes en casi todo tipo de suelo, desde arenosos a muy pesados, tolerando los sustratos calizos, siempre y cuando tengan un drenaje suficiente.
Su resistencia a la carencia de agua puede convertirlo en un buen cultivo para la xerojardinería. Se desarrolla bien tanto a plena luz o bajo sombra.
El ailanto también ofrece la ventaja de ser una especie de rápido crecimiento, pudiendo desarrollarse con una tasa aproximada de más de dos metros al año.
Dado su atractivo visual, es una especie de aplicaciones paisajísticas, sumando a la belleza de sus hojas y frutos su notable capacidad para ayudar al control de la erosión de la tierra.
Los especímenes de ailanto no sólo pueden aprovecharse como árboles, sino que también puede conseguirse un efecto paisajístico especial con la poda de formación en macolla (a ras del suelo) de ejemplares jóvenes, logrando que las hojas ofrezcan su aspecto tropical a la altura de los paseantes, como se propone desde el Real Jardín Botánico de España.
Para mantener este particular aspecto, se sugiere repetir la poda cada año y utilizar pies hembra debido al mal olor que producen las flores masculinas.
Reproducción del ailanto
El ailanto se reproduce muy bien a partir de semillas pudiendo producir cada ejemplar adulto hasta 350.000 semillas al año. También puede multiplicarse por vía asexual mediante brotes de cepa y raíz, que pueden emitirse incluso a cierta distancia de la planta madre.
Dada su facilidad de propagación y crecimiento, el ailanto es considerado en algunos países como una especie invasora que desplaza a la vegetación natural preexistente y dificulta su regeneración.
Una vez que se ha establecido, el ailanto puede ser muy difícil de eliminar, persistiendo a veces incluso después de la tala, quema o tratamiento con herbicidas.