El cultivo de tomates en bolsas es una sencilla técnica hidropónica que permite producir estas plantas en departamentos o viviendas que carecen de superficies de tierra cultivables. En los comercios especializados se pueden adquirir bolsas que ya vienen rellenas de sustrato, aunque es relativamente sencillo armarlas en casa.
Las bolsas de cultivo prefabricadas, por lo general, pueden venir rellenas de sustrato inorgánico, como arena, grava, perlita, vermiculita, oasis (Formaldehído fenólico) y lana de roca; aunque también pueden contener materia orgánica como musgo, corteza de pino, fibra de coco y aserrín compostado.
Estos modelos comerciales suelen venir en tamaños de 91 centímetros de largo, 15 centímetros de ancho y 10 centímetros de alto, que están pensadas para colocarse en posición acostada y así albergar de tres a cuatro plantas. Asimismo, existe la posibilidad de elegir otras bolsas prefabricadas de dimensiones menores, que resultan útiles para albergar a una sola planta y que pueden colgarse en un huerto vertical.
Quienes deseen fabricar sus propias bolsas de cultivo pueden comprar bolsas de plástico cuyo interior sea de color negro y el exterior blanco, con el fin de evitar el crecimiento de algas. También se puede recurrir a las mangas de polietileno que se usan en los invernaderos y cortarlas según las medidas de las bolsas prefabricadas.
En cuanto al sustrato, éste puede adquirirse a granel para ir rellenando las bolsas que se necesiten o deseen, cuidando siempre que el mismo esté libre de organismos patógenos y de sustancias tóxicas para las plantas.
Una vez que ya se cuenta con la bolsa de cultivo rellena del sustrato hidropónico y sellada, se procede a hacerle agujeros de drenaje a 2 centímetros arriba de la base y se cortan tres o cuatro cortes de plantación en la parte superior, donde se colocarán las tomateras cuando las flores estén a punto de abrirse.
Es recomendable que las bolsas de cultivo de tomate se rieguen bien y fertilicen semanalmente durante la etapa de crecimiento de las plantas. Cuando se tiene una cantidad considerable de bolsas, se aconseja apelar al uso de un sistema de riego localizado a través de un tubo de PVC o una cinta de goteo dispuesta sobre la parte superior de los contenedores abiertos.

Una de las contras que puede tener este sistema de cultivo es la necesidad de contar con un sistema de recolección de los excesos de agua y nutrientes que drenen de las bolsas, además de tener que reemplazar los sustratos después de una a tres temporadas de cultivo de tomate, aunque esto último depende del material usado (la perlita, por ejemplo, puede utilizarse por tres temporadas).
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