El uso de los denominados «globos de agua» para el riego de plantas de interior es una interesante propuesta ornamental y funcional que contribuye a mantener los niveles de humedad en la tierra por más tiempo, ayudando a disminuir las frecuencias de riego, lo que se traduce en el ahorro en el consumo del líquido elemento.
Esta sencilla técnica de riego resulta muy útil en aquellos casos de personas que disponen de poco tiempo para dedicarle a sus plantas, o que deben emprender viajes durante los cuales no hay quien se haga cargo del mantenimiento de las mismas. Cabe recordar que el riego reviste una gran importancia para asegurar que una planta crezca sana, más teniendo en cuenta que cerca del 90 por ciento de los ejemplares cultivados en macetas que se pierden se deben a un riego insuficiente, excesivo o inexistente.
Básicamente, este sistema de riego automático consiste de un globo de cristal con una delgada espiga, que se llena de agua y se coloca en la tierra de la maceta. Al hacer esto, se genera un vacío en el interior de la esfera, que impide la salida del agua hasta que el suelo se seca.
Precisamente cuando hay bajos niveles de humedad en la tierra, ésta libera oxígeno en el globo de cristal, lo que provocará la liberación de agua, que será suministrada a la planta en la cantidad justa para su normal crecimiento. Una vez que se recuperen los niveles normales de humedad, la salida del agua volverá a interrumpirse.
Lo primero que debe hacerse antes de colocar un globo de agua en una maceta es tocar la tierra, si ésta se encuentra poco húmeda y se desprende de los dedos, es señal de que la planta necesita agua.
A continuación, se realiza un agujero en el suelo con un muy ligero grado de inclinación, con la ayuda de un lápiz o una herramienta que tenga el diámetro aproximado de la espiga del globo de agua, ya que esto evitará que entre tierra en la misma y que se obstruya la circulación descendente del agua.
Globos de agua: Control del nivel del líquido
Una vez que se inserta el globo de agua en la tierra, se deja que la física haga el resto, y sólo queda vigilar que el nivel de agua, ya que es muy posible que en suelos muy secos las raíces absorban mucho más líquido con mayor rapidez, lo que obligará a rellenar el globo antes de lo previsto.
Un detalle interesante a tener en cuenta es que, para que el sistema funcione correctamente, no debe llenarse el globo de agua hasta el tope, sino hasta alcanzar los 3/4 de su capacidad.
