Utilizado principalmente como una leguminosa forrajera, el trébol encarnado (Trifolium incarnatum) es una especie originaria de Europa que también puede cultivarse en jardines para corregir suelos agotados de nitrógeno, incorporar un interesante ornamento para el invierno y atraer a animales polinizadores.
Se trata de una planta herbácea perenne que puede medir de 20 a 50 centímetros de altura, con tallos lanudos, que se desarrolla sin ramificar o ramificada sólo en la base. Las hojas son trifoliadas con un pecíolo largo, tienen de 8 a 16 milímetros de ancho.
La inflorescencia del trébol encarnado es su principal atractivo, consistente en alrededor de un centenar de brillantes flores de color carmesí reunidas en espigas cónicas o cilíndricas de unos 5 centímetros de longitud por 1,5 centímetros de ancho. Cada flor mide 10 milímetros de largo y está constituida por cinco pétalos.
El cultivo de esta especie a partir de semillas ofrece una elevada tasa de éxito. Por lo general, las mismas se siembran en primavera y verano. Dependiendo de las condiciones climáticas imperantes en la zona, la semilla se entierra a una profundidad de 1 a 2 centímetros en la tierra, dejando un espacio de 30 a 40 centímetros entre cada planta para lograr un crecimiento adecuado.
Si bien puede adaptarse a suelos pobres, para obtener un mejor resultado es recomendable cultivar el trébol encarnado en un medio moderadamente fértil, rico en calcio y ligeramente ácido. El sustrato debe contar con un buen drenaje.
En cuanto a su posición respecto de la luz del sol, es conveniente que estas plantas se ubiquen en un área con sombra parcial.
Las temperaturas óptimas para el crecimiento y desarrollo del trébol encarnado se encuentran entre los 4°C y 21°C. Debe tenerse en cuenta que los ejemplares de esta especie prefieren los climas templados y fríos, y tienen pocas probabilidades de sobrevivir en condiciones de calor o frío extremos.
Trébol encarnado (Trifolium incarnatum): Fertilización y enfermedades
Para obtener plantas más resistentes y saludables se puede recurrir a la fertilización de las mismas con productos ricos en fósforo y potasio a comienzos de primavera y otoño. Se puede realizar un aporte de fósforo al suelo antes de la siembra, mientras el potasio se aplica básicamente en dos dosis: una antes de la siembra y otra a principios de la primavera. En ambos casos, para asegurar un buen resultado, es importante respetar las cantidades sugeridas por el proveedor de dichos fertilizantes.
En cuanto a las amenazas de enfermedades, el trébol encarnado puede convertirse en víctima de infecciones derivadas de la presencia de hongos, siendo las enfermedades más comunes el oídio y el punto marrón, que pueden llevar a la aparición de manchas en las hojas, el amarillamiento y finalmente al marchitamiento y muerte de las plantas si no se aplican los tratamientos preventivos y curativos necesarios.