El muérdago es una de las plantas más usadas en nuestros jardines. Nace formando unos racimos, que están constituidos por grupos de 3 o 5 unidades.
El muérdago necesita especial cuidado con el agua. Debemos tener cuidado de que la planta -huésped del muérdago, tenga suficiente agua, pues si no este se secará y morirá. También son importantes la intensidad de la luz y el sustrato , pues necesitará el mismo que la planta que la sustenta.
La etapa de florecimiento es de finales de invierno, a inicios de la primavera. Estas plantas no tienen raíces, si no que viven sobre otras plantas, como pueden ser encinas, pinos. Son de carácter parasitario, o sea, se alimentan de la savia que desprenden el resto de plantas.
El muérdago posee unas bayas que se pueden recopilar en otoño, que es cuando están más maduros. Debemos secarlos al sol y, si podemos, conservarlas en un lugar seco, incluso en un saco de tela para que se conserven secas durante más tiempo.
Entre los usos conocidos del muérdago: muy recomendable para luchar contra el lumbago y la ciática. También para tratar convulsiones, o el vértigo; incluso, tiene propiedades contra la epilepsia. Además, en caso de hemorragia, se ha demostrado que sus hojas tienen propiedades coagulantes regulando dicho problemas.