Plantas medicinales: La cimicífuga (Actea racemosa)

La cimícífuga (Actea racemosa) es una planta originaria de las regiones boscosas de América del Norte a la que se le atribuyen propiedades curativas para una amplia variedad de enfermedades, pero que en la actualidad se cultiva también con fines ornamentales, gracias a sus flores y la particular forma de sus hojas, similares a las del arce japonés.

Estas plantas se desarrollan a partir de un rizoma y pueden medir de 60 a 120 centímetros de alto, aunque los tallos florales pueden crecer hasta alcanzar los 220 centímetros de longitud en grupos ya establecidos.  Las hojas basales miden hasta 1 metro de largo y ancho, formando repetidas series de tres foliolos con un margen grueso aserrado. Dependiendo de la variedad, pueden ser de color púrpura oscuro, verde azulado o bronce.

Las flores de la cimicífuga se producen a finales de primavera y hasta principios de otoño, reunidas en racimos de hasta 50 centímetros de largo. Estas no tienen pétalos o sépalos, y consisten en grupos reducidos de 55 a 110 estambres blancos de 5 a 10 milímetros de largo que rodean un estigma del mismo color.  Su ligera fragancia es un poderoso imán para aves e insectos, pero al mismo tiempo repele a roedores y otros mamíferos que pueden convertirse en plagas de jardín.

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Gracias a sus principios activos, la cimicífuga ha sido utilizada desde tiempos precolombinos para tratamiento de distintos trastornos, como el dolor de garganta, problemas renales y depresión. Más cerca en el tiempo, en el siglo XIX, algunos médicos recomendaban su uso para tratar endometritis, amenorrea, la esterilidad y para aumentar la producción de leche materna.

Las plantas de esta especie crecen en forma fiable en el suelo húmedo y enriquecido con grandes cantidades de tierra vegetal mezclada con compost. Necesitan sombra, pero no les gusta la sombra seca, por lo que no es conveniene ubicarlas debajo de los árboles maduros en los que tendrán que competir por la humedad.

La plantación de la cimicífuga puede tener lugar tanto en primavera como en otoño. Si se planta uno de estos ejemplares con raíz desnuda, conviene colocar la corona 2,5 centímetros bajo la superficie del suelo para aliviar el estrés del transplante.

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Cimicífuga (Actea racemosa): Establecimiento y fertilización

Las plantas de esta especie son lentas para establecerse, por lo que no hay que desesperarse si los nuevos ejemplares no florecen para la primera o segunda temporada. Si al sustrato se le añade materia orgánica cada temporada, no será necesario añadir fertilizante adicional.

No debe permitirse que la cimicífuga se seque durante la época de crecimiento, siendo necesario aplicarle 2,5 centímetros de agua cada semana. Las plantas afectadas por la sequía suelen marchitarse con rapidez.

Los ejemplares de esta especie pueden multiplicarse fácilmente a partir de divisiones de mata que se realizan en otoño, pudiéndose obtener dos o tres plantas nuevas a partir de un grupo maduro.

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Ruben
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