Zamioculca: Cultivo, riego y cuidados

La zamioculca (Zamioculcas zamiifolia) es una planta herbácea perenne originaria de las regiones meridionales del continente africano, muy resistente y fácil de mantener, por lo que puede ser una interesante opción para quienes deseen cultivar una planta de interior sin tener que invertir demasiado tiempo y cuidado.

Los ejemplares de esta especie pueden crecer hasta alcanzar alrededor de los 60 centímetros de alto y se desarrollan a partir de un rizoma suculento subterráneo, de donde brotan hojas pinnadas de 40 a 60 centímetros de longitud compuestas por docenas de folíolos  elípticos, carnosos, dentados y de color verde oscuro brillante, cada uno de 7 a 15 centímetros de largo y 2 a 5 centímetros de ancho.

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La zamioculca puede soportar un buen tiempo sin agua, debido a que su parte rizomatosa le permite almacenar suficientes reservas suficientes como para mantenerse viva durante bastante tiempo, algo fundamental para sobrevivir a las sequías que suelen asolar las zonas de donde esta especie proviene.

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Estas plantas suelen cultivarse a partir de pequeñas plántulas que pueden adquirirse en los viveros locales, cada una de las cuales se trasplanta en primavera a una maceta dos veces más ancha que el terrón del espécimen.

El contenedor que albergará a la zamioculca se prepara depositando en su base una capa de material para facilitar el drenaje. Este puede consistir en bolitas de arcilla o cerámica, grava, pedazos de cantos o piedras rotas, o cortezas de pino.

A continuación, se procede a colocar el sustrato, que puede ser una mezcla de 50 por ciento de arena y 50 por ciento de compost de hojas mezclada con tierra de brezo y perlita. Si resulta complicado conseguir este último compuesto, se puede recurrir a un sustrato universal para macetas.

Puede darse el hecho de que, al momento de llevar a cabo el trasplante de la zamioculca, el recipiente original en la que fue adquirida se haya deformado por el engrosamiento de sus raíces, situación que puede dificultar su extracción sin peligro de dañarlas. Para superar este inconveniente basta con cortar o romper cuidadosamente el contenedor (que por lo general es de material plástico ligero) para liberar la planta e introducirla en la maceta definitiva.

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Zamioculca: Riego y necesidades de luz

A pesar de que las reservas de agua acumuladas en sus raíces engrosadas le permiten superar los tiempos de sequía, la zamioculca necesitará un riego regular para un buen crecimiento y para evitar la pérdida de follaje. Durante el invierno es conveniente detener las aplicaciones de agua.

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Si bien las plantas de esta especie pueden desarrollarse en sitios con poca luz, se recomienda ubicar la maceta en áreas bien iluminadas con temperaturas que vayan de los 10 y 18 grados centígrados.

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Ruben
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