El Jardín Zen es una variedad del Jardín Japonés donde la grava o arena predomina sobre los elementos verdes. También recibe el nombre de jardín seco, por presentar una estética semejante al desierto, donde la escasa vegetación tiene características similares a los arbustos. Este estilo responde a una filosofía propiamente oriental, en la cual se busca simbolizar, mediante el entorno, un estado del espíritu.
Así, cada elemento presente en un Jardín Zen tiene un significado. En el caso de la arena, su presencia emula el agua, y por lo tanto todo aquello que se coloque en torno estará relacionado con ella. El agua en calma, con suaves ondas que recuerdan el movimiento perpetuo de la vida, invita a la meditación de quienes disfrutan de este espacio.
Composición del Jardín Zen
Para recrear un jardín de este estilo no es preciso mucho espacio, al contrario. Los jardines zen son como cuadros vivos, y se los puede abarcar de un solo vistazo. Los componentes más característicos son la grava, la madera, las piedras y la arena.
Para contener de forma apropiada el caudal de arena, es necesario realizar un marco, como si fuese un contenedor de no más de 10 cm de altura. La forma de estos contenedores depende de cada una, puede ser un cuadrado, un rectángulo, etc.
Elementos y simbología de los jardines Zen
La arena es el elemento principal, es la vida, y por lo tanto debe estar armoniosamente distribuida. Para ello, una herramienta básica de mantenimiento es el rastrillo. Al rastrillar la arena, los filósofos zen trazan líneas largas y curvas para simbolizar los períodos turbulentos, en tanto que las líneas rectas marcan la calma.
A su vez, las piedras, los cantos rodados, representan los obstáculos y las experiencias. Esto implica diferentes tamaños, texturas, colores y formas, y una distribución personalizada. Esta distribución debe tener presente, no obstante, un agrupamiento en números impares y de forma simétrica.
En cuanto a la vegetación propia de estos jardines, puede pensarse en azaleas, helechos, magnolias y en musgo. También representativo es el bambú, lo mismo que los bonsái. También puede haber una pequeña fuente de agua, siendo ideal por su sonido relajante.
En conclusión, instalar un Jardín Zen tiene mucho de lúdico y de sanador. Si bien su presencia no deja de ser ornamental, es, sobre todo, una invitación a la auto contemplación y a la auto reflexión. Ya se trate de un mínimo jardín o de uno más amplio, lo que importa es lo que representa su presencia para cada una.