El tomate (Solanum Lycopersicum) es una planta perteneciente a la familia de las Solanáceas, originaria de Sudamérica, de frutos suculentos y jugosos muy apreciados en la gastronomía desde hace cientos de años.
Es una especie herbácea de carácter anual. Su raíz principal es pivotante, corta y no muy desarrollada, de donde parten raíces secundarias vigorosas, formando una densa cabellera que puede llegar hasta una profundidad superior a 1 metro.
Desarrolla un tallo corto y pubescente de 4 centímetros de diámetro del que brotan numerosas ramas. Sus hojas, compuestas y alternas, pueden medir de 15 a 45 centímetros de longitud, conformadas por foliolos en número impar y con bordes dentados.
Las flores del tomate crecen a partir de las axilas de las hojas, son hermafroditas, de color amarillo y agrupadas en racimos pendulares conformados por entre 3 y 10 flores.
Su archiconocido fruto es una baya suculenta cuya forma y tamaño puede variar según la variedad cultivada, siendo globoso con el centro deprimido u oblongo, y de color rojo o amarillo. Contiene numerosas semillas pequeñas, aplanadas y amarillas.
La mayoría de las especies de tomate son exigentes respecto de sus condiciones medioambientales. Necesita de termperaturas templadas y cálidas, requiriendo un período de tres meses y medio libre de heladas. La temperatura media mensual óptima al aire libre se ubica entre los 21ºC y 24ºC.
Para lograr frutos con un buen color rojo son recomendables temperaturas de entre 20ºC y 30ºC, mientras que con niveles superiores o menores a dichos valores existen más posibilidades de que se obtengan tomates de color amarillo.
Durante todo el proceso de cultivo, esta planta necesita de una plena exposición al sol.
Al contrario de lo que pasa respecto de sus exigencias térmicas, el tomate no es muy demandante en lo que se refiere al suelo, soportando desde texturas arcillosas a arenosas, siempre y cuando se trate de terrenos profundos, con buena estructura, buen drenaje, y con un buen aporte de materia orgánica (compost, estiércol, lombricompuesto, tierra vegetal, etc.)
El cultivo del tomate puede hacerse por siembra directa, espaciendo las semillas a chorrillo o por golpes sobre cada surco, para luego ralear las plantas excedentes y menos fuertes. Las líneas de siembra deben estar distanciadas a 1,5 metros unas de otras, y entre cada planta debe haber un espacio mínimo de 50 centímetros.
Si la siembra se realiza en almácigos en zonas con condiciones climáticas poco favorables, es conveniente hacer el cultivo en contenedores cubiertos con vidrio, polietileno y otro material transparente que permita el paso de la luz. La siembra se hace al voleo o en líneas distanciadas a 10 centímetros y dejando un margen de 5 centímetros entre cada planta.
Una vez que las plántulas de tomate desarrollaron entre cinco o seis hojas y llegaron a unos 25 centímetros de alto, se las puede trasplantar a su lugar definitivo.
Para eliminar las malezas y mejorar la aireación del suelo y la infiltración del agua, se deben realizar carpidas frecuentes después de que las pequeñas plantas emergieron sobre la tierra.
Tomate: Necesidades de riego y entutorado
Durante el desarrollo de la planta de tomate es recomendable mantener siempre el suelo húmedo, pero teniendo cuidado de evitar los encharcamientos. En el caso de suelos sueltos, es mejor hacer riegos una vez a la semana, mientras que en los terrenos pesados es mejor regar cada dos semanas.
Al ir creciendo la planta, la misma debe atarse a un tutor para que no tome contacto con el suelo y contraiga enfermedades. Al mismo tiempo, se van quitando los brotes para permitir que el tallo tenga un mejor desarrollo.
Buenas tardes, agradeciendo su atención, me gustaría preguntar si conoceis trucos caseros para paliar la pesetilla del tomate o necrosis apical.
muchísimas gracias.
La necrosis apical se debe a la falta de calcio y a la deshidratación del extremo apical del fruto por desequilibrio hídrico (la planta sufre un desequilibrio entre la absorción y la transpiración, por lo que sólo le queda tomar agua del propio fruto). Una manera de prevenir este problema consiste en tomar algunas medidas:
.Sombrear el cultivo en períodos de mucho calor
.Evitar abonos excesivos en nitrógeno, amoníaco y potasio
.Mantener regularidad en el riego (por goteo, a diario, o incluso dos veces al día)
.Arrancar los tomates con necrosis, ya que siguen consumiendo el poco calcio presente
.Abonar con nitrato de cal y fósforo en cantidades limitadas
.Adicionar calcio soluble en el agua de riego e incluso en abonado foliar
Saludos y gracias por tu consulta.
no muestra los pesticidas que se pueden usar para combatir plagas o pestes de los tomates. gracias.
Muy bueno el artículo, claro y sencillo y muy instructivo. Habría que mencionar como se quitan de las «axilas» los brotos que no dan flores ni frutos, y que quitan » fuerza» a la planta. Dejar constancia que la planta sufre mucho con las heladas, a las que no soporta. Recomendar el cultivo bajo techo. El fruto que madura en la planta, tiene un sabor diferente al que se compra. Éste es cosechado «verde» ya que de lo contrario no podría ser «encajonado». Es lo que pasa con las peras, ciruelas, duraznos y otras frutas y verduras y hortalizas. Un abrazo y sigan publicando sus artículos, muy interesantes por cierto. Charlie_Sr