Sakura o flor de cerezo: símbolo japonés, belleza universal

Las nubes de flores de cerezo hacen soñar a los japoneses, que sonríen cuando oyen a un extranjero decir «sakura». ¿Qué significa para ellos esta delicada flor? Principalmente, el renacer vital, el comienzo de un nuevo ciclo, la primavera que vuelve con un vestido rosa, y es etérea, ingrávida, gentil.

Es una postal deslumbrante la de las hileras de cerezos, con sus mantos de flores como alfombras mullidas. Es mágico y hermoso estar ahí, entre tanta delicadeza. Si bien la flor oficial de Japón es el crisantemo, la flor amada es la de sakura.

sakura flor cerezo

Historia de la flor de cerezo o sakura en la cultura de Japón

Según los historiadores, es a partir de la época de Nara, en el siglo VII, que en Japón se torna, digamos, oficial, la contemplación admirativa y popular de estas flores. De esas fechas se tienen los primeros poemas y dibujos alusivos a la belleza y el simbolismo del sakura.

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La flor del cerezo, con su aparecer en estallidos rosas, y su breve paso por el mundo, ha sido tomada como símbolo por el budismo, religión japonesa, y por el sintoísmo, filosofía propia de esta cultura. Para el primero, la levedad del sakura simboliza la levedad del ser. Para la filosofía sintoísta, la perfección estética de los cerezos florecidos habla de la supremacía de la naturaleza, de su sabiduría.

Hanami o contemplación del sakura o flor de cerezo

¡Dura tan poquito el cerezo florecido!, sólo diez días. Pero esos días son bien aprovechados en el «hanami», ceremonia que implica la observación con deleite y reflexión del sakura. Con el florecer, a principios de primavera, de estos árboles, los japoneses vivencian el final de una etapa y el comienzo de otra, más feliz, más plena, que todas las otras.

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Sobre todo para quienes viven del turismo; durante el hanami, es difícil conseguir hotel en Kioto, o en cualquier ciudad del archipiélago. Los japoneses, y los turistas, se vuelcan en multitud hacia las plazas y bosques donde florecen los cerezos. Llevan cestos con sándwiches y frutas, y observan cómo, una a una, despiertan las flores cuyas tonalidades oscilan entre el rosado casi blanco y el carmesí.

Y si bien de día los espacios florecidos están repletos de gente sonriente, las noches no se quedan atrás. Las flores de sakura se disfrutan también a la luz de los farolillos, en jornadas nocturnas denominadas «yozakura».

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Cristian
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