Nativa de Palawan en las Filipinas, la Phalaenopsis heiroglyphica es una orquídea que se caracteriza por su vigor y por la particular belleza de sus flores, que presentan unas marcas similares a jeroglíficos.
Se trata de una especie de hábitos epífitos, ya que crece sobre otro vegetal usándolo solamente como soporte, pero que sin parasitarlo nutricionalmente. Sus raíces son gruesas, carnosas y glabras, y el rizoma de cada ejemplar se desarrolla erecto y en su extremo produce anualmente dos hojas gruesas, carnosas, alternas y elípticas.
Las hojas basales de mayor antigüedad de la Phalaenopsis heiroglyphica suelen caerse al mismo tiempo, de modo que puede retener hasta cinco hojas de más de 30 centímetros de longitud por 9 centímetros de ancho, que funcionan como depósitos para el almacenamiento del agua y los nutrientes.
La floración de esta planta tiene lugar durante la temporada veraniega y puede extenderse hasta el otoño. Las flores miden alrededor de 5 centímetros, abren todas al mismo tiempo y se encuentran reunidas en racimos que parten del tallo y que pueden superar el metro de largo.
El dorso de la flor puede variar del blanco al crema, presentando en algunas ocasiones puntas de segmentos de tono verdoso. Los sépalos y pétalos están profusamente decorados con marcas en surcos más o menos oscuras, consistentes en numerosos puntos pequeños alternando con barras o círculos de color naranja oscuro o marrón.
Estos patrones tienen un aspecto parecido al de los jeroglíficos egipcios, de ahí que su denominación hieroglyphica.
Se trata de una especie muy apreciada, ya que es fácil de cultivar y produce un gran número de flores cuando madura. Es capaz de crecer y desarrollarse sin problemas en lugares con temperaturas ambiente de entre 15ºC y 35ºC, siendo recomendable que durante las horas diurnas el termómetro oscile entre los 20ºC y 24ºC.
En cuanto a sus necesidades de luz, la Phalaenopsis heiroglyphica prefiere una luz viva pero atenuada, de unos 15.000 lux (aunque puede tolerar hasta 20.000). Siendo ideales las ventanas orientadas al este con el filtro de una cortina fina, o directamente la luz artificial.
Las plantas de esta especie son muy agradecidas cuando la humedad imperante en el lugar de cultivo es del 50 por ciento o superior. Si el nivel es menor, se puede recurrir al uso de bandejas de humedad o humidificadores para aumentar la humedad relativa.
Phalaenopsis heiroglyphica: Riego y trasplante
Para el riego de la Phalaenopsis heiroglyphica es mejor utilizar agua de lluvia, agua destilada, o purificada mediante un proceso de ósmosis inversa. En última instancia se puede utilizar agua proveniente de la red de suministro domiciliario, siempre y cuando tenga un pH de 7,5 o menos. Es importante no dejar que el sustrato no se seque completamente entre cada riego.
La planta puede cambiarse de maceta durante el primer mes de la primavera, llenando el nuevo contenedor con una mezcla de cáscara de coco o corteza de pino. Durante la primera semana posterior al trasplante se debe mantener en un lugar seco, para permitir que las raíces dañadas se curen, ayudando de este modo a prevenir las infecciones por hongos.