Gracias al suave perfume y atractivo colorido de sus flores, el Alelí es una planta herbácea bienal o perenne originaria de Europa que es muy buscada para ornamentar balcones y jardines en todo el mundo, y que no requiere cuidados especiales para tener un buen crecimiento.
La especie de Alelí más conocida es la Erysimum chieri, que se caracteriza por desarrollar uno o más tallos que pueden alcanzar de 15 a 80 centímetros, y cuyas hojas estrechas y punteadas pueden desarrollar un largo de hasta 20 centímetros.
Su característica inflorescencia se ubica en la cima del o los tallos, presentándose con flores con sépalos de color púrpura con tonalidades verdosas, rodeados de pétalos de color amarillo, rojo y púrpura, aunque también pueden aparecer ejemplares en azul claro, e incluso blanco.
La planta de Alelí se multiplica por semillas, las que conviene sembrarlas a resguardo en una maceta durante la temporada otoñal, para después de 14 semanas trasplantar los brotes al jardín o balcón en primavera, teniendo cuidado de no dañar las raíces. Para un buen crecimiento, se debe colocar en un suelo fértil, suelto y profundo, con una importante dosis de fertilizante orgánico (sirve para evitar la clorosis y posterior pérdida de sus hojas), un buen drenaje, y con abundante sol.
Las temperaturas adecuadas para su mejor crecimiento van de los 5º C de mínima durante la noche hasta los unos 25 º C de máxima durante el día, y resulta muy vulnerable a los efectos de las heladas.
A pesar de esto último, el Alelí sigue siendo una planta rústica y vigorosa, y sólo requiere un riego frecuente durante su primera semana de trasplante, volviéndose más distanciados durante el resto del cultivo, lo que favorecerá un mayor desarrollo de las raíces y una hermosa floración.
Hablando de floración, ésta se extiende por lo general desde los últimos días del invierno hasta mediados de verano, con dos tandas de flores por mes.
El pulgón, la mosca blanca, el minador y las orugas son las principales plagas que pueden atacar a las plantas de Alelí, por lo que es conveniente tomar las medidas necesarias para prevenir su aparición.
En cuanto a la amenaza de los hongos, esta herbácea resulta vulnerable a los embates del Plasmodiophora brassicae que produce la formación de tumores radiculares, además de la clorosis y pudrición de las hojas. En ese caso, lamentablemente no queda otro recurso que arrancar y quemar la o las plantas afectadas, además de desinfectar el terreno.