Cuándo y cómo se trasplanta un bonsai

Originario de China y adoptado por Japón, el bonsai es un arte milenario que apela al uso de distintas técnicas para reducir el tamaño de árboles y plantas, pero cuidando de que éstas solo pierdan un mínimo de sus características naturales originales. A estas prácticas es necesario añadir otras, tendientes a asegurar que el ejemplar cultivado se desarrolle lo más perfectamente posible y tenga una vida tan prolongada como la propia de un árbol desarrollado en la naturaleza.

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El trasplante de un bonsai es, precisamente, una de las tareas que resulta de utilidad para cumplir con ambos objetivos, ya que ayuda tanto a mantener sus dimensiones reducidas, como a que crezca con mayor vigor y tenga una mejor floración.

La primera pregunta que se plantea es cuándo y con qué frecuencia debe realizarse el trasplante de un ejemplar de bonsai, y la respuesta es diferente dependiendo del caso.

Antes que nada, debe considerarse que la mayoría de los trasplantes de bonsai responden básicamente a la necesidad de controlar el crecimiento de las raíces, cuidando de que las mismas mantengan una proporción con la parte aérea de la planta y que tengan el espacio suficiente para cumplir con su misión fundamental de absorber los nutrientes que proporciona la tierra.

Esto hace que muchos aficionados a este arte decidan trasplantar sus pequeños árboles siguiendo una frecuencia acorde con la rapidez de crecimiento de cada especie. Por eso se considera que es conveniente trasvasarlos cada uno o dos años, si son frutales; dos o tres años (de interior); dos o cuatro años (para las caducifolias); y después de un período de tres a cinco años para el caso de las coníferas.

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Sin embargo, estos plazos no deben tomarse al pie de la letra, ya que otros factores pueden incidir en la necesidad o no de realizar un trasplante. Por ello es aconsejable realizar una revisión de las raíces del bonsai después de retirarlas cuidadosamente de la maceta, procediendo a su traspaso a otro contenedor sólo si se verifica que aquellas están muy crecidas y se enrollan abundantemente alrededor del contenedor. Antes de introducirla en la nueva tierra, se necesita realizar un recorte de las raíces de soporte, no dudando en solicitar la ayuda de un profesional para asegurarse de que no se le producirá algún daño.

El agotamiento de la tierra es otro factor que influye en la necesidad o no de trasplantar un bonsai, por lo que debe prestarse atención a distintos síntomas que puedan revelar la deficiencia o falta de nutrientes en el sustrato, como el amarillamiento del follaje o el decaimiento general de la planta.

La época más adecuada para realizar el trasplante de un árbol o arbusto bonsai es la comprendida entre los últimos días del invierno y los inicios de primavera, que es el tiempo cuando la planta comienza a despertar, que es cuando las yemas están hinchadas pero los brotes aún no se han abierto.

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Cómo se realiza el trasplante de un bonsai

En primer lugar, se deja secar bien la tierra de la maceta original y se extrae el pequeño árbol con cuidado, para luego desarmar ligeramente el cepellón con la ayuda de varillas de bambú, de un pequeño rastrillo, o de un gancho de raíces.

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A continuación, se podan las raíces más largas y las verticales antes de colocar el bonsai en la nueva maceta. Ésta debe tener algunos agujeros de drenaje muy pequeños  (de un diámetro no mayor al de un dedo) y su base debe estar cubierta por una capa de gravilla sobre la cual se colocará una mezcla de akadama con grava fina y tierra compostada que constituirá la superficie en la que se depositará la planta.

Esta se coloca un poco desplazada del centro de la maceta, asegurándose de que quede totalmente inmóvil (puede recurrirse a alambres para fijarla) antes de cubrir el resto de la maceta con más sustrato hasta que el mismo llegue a alrededor de 1 centímetro del borde del contenedor.

El siguiente paso consiste en regar abundantemente hasta que el agua salga limpia por los agujeros de drenaje, dejando la maceta en un lugar protegido del sol fuerte y de las corrientes de aire por un período aproximado de dos meses, aunque esto dependerá del tipo de árbol cultivado y de las recomendaciones que le formule su viverista amigo.

Ruben
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