La papaya (Carica papaya) es una planta tropical muy conocida y apreciada por su fruto del mismo nombre, que puede cultivarse con facilidad en los ambientes abiertos de una casa, debido a su rápido crecimiento y a que su forma alta y delgada no exige un gran espacio.
Esta planta se desarrolla como un árbol con un aspecto similar al de una palmera, con un tronco sin ramas, cuya altura máxima puede alcanzar entre los 2 y los 2,5 metros, coronado por un follaje en forma circular, de textura suculenta y turgente, con varias cicatrices que evidencian su rápido crecimiento y la caída sucesiva de las hojas superiores.
Es una de las plantas más productivas con relación a su tamaño, y esto se debe a que siempre tiene flores y frutos al mismo tiempo. El desarrollo de los frutos produce la caída de las hojas inferiores, por lo que quedan siempre al descubierto por debajo de las hojas.
La papaya se puede cultivar sembrando varias semillas directamente en un terreno fertilizado con materia orgánica o en alguna maceta de grandes dimensiones. Hay que asegurarse que el sustrato donde se va a desarrollar esta planta sea profundo, suelto y bien drenado, para evitar encharcamientos que provoquen la pudrición de las raíces.
Una vez que comienzan a aparecer las plantas, es conveniente eliminar las que parezcan más débiles y conservar las más fuertes, dejando un espacio entre cada ejemplar, para que puedan crecer sin competir por el agua o los nutrientes.
Es importante que la tierra se mantenga ligeramente húmeda, principalmente durante los primeros meses del crecimiento de la planta, y una vez que se convierte en un espécimen adulto el riego puede ser menos frecuente, con aplicaciones de forma profunda cada dos semanas. Si el sustrato es bueno y contiene material orgánico (humus, por ejemplo), éste podrá conservar la humedad que la papaya necesita hasta el próximo riego.
Los frutos de la papaya poseen una textura suave y una forma oblonga, y pueden ser de color verde, amarillo, naranja o rosa. En la mayoría de los casos su peso oscila entre los 500 o 600 gramos, y su tamaño irá disminuyendo a medida que la planta vaya envejeciendo. Es importante tener en cuenta que, debido a su rápido crecimiento, estos árboles mueren a los cinco años, por lo que conviene realizar una siembra nueva cada año para ir reemplazando a los ejemplares que se pierden.