Manzano japonés: Características y cultivo

El manzano japonés o manzano de flor (Malus floribunda) es un árbol de tamaño compacto de la familia de las Rosáceas, que posee una buena resistencia a casi todo tipo de condiciones ambientales, y cuyas hojas, flores y frutos de atractivos colores lo convierten en uno de los manzanos más decorativos que pueden cultivarse en un jardín.

Originario del archipiélago nipón y de otras regiones del este de Asia, este árbol tiene una forma aparasolada, con ramas largas y arqueadas, y desarrolla abundantes hojas ovales, caducas y simples, de base redondeada o cuneada, que suelen medir entre 4 y 8 centímetros de largo y 2 a 4 centímetros de ancho, con un tinte cobrizo.

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Su floración, que se puede apreciar a principios de la época primaveral, está conformada por varios racimos de 4 a 7 flores cada uno, de color rojo carmesí al principio y luego blancas. Los frutos, por su parte, se presentan como pequeñas manzanas o pomos de color rojo y amarillo, y usualmente miden entre 1 y 2 centímetros de diámetro.

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El manzano japones tiene la cualidad de soportar el frío intenso de las heladas y prefiere los climas frescos y húmedos. Es capaz de adaptarse a prácticamente cualquier tipo de suelo, siempre y cuando el mismo sea húmedo pero bien drenado, si bien para un desarrollo óptimo se sugiere cultivarlo en un sustrato fértil y rico en materia orgánica.

La ubicación más adecuada para este árbol es a pleno sol durante todo el año, pero deben evitarse las exposiciones prolongadas durante la época más calurosa y sobre todo después del trasplante, período durante el cual se lo debe ubicar en sitio con muy buena iluminación pero sin recibir sol directo, de manera que la tierra se mantenga fresca.

Manzano japonés: Frecuencia de riego

Conservar la humedad del suelo es importante para la vida del manzano japonés, por lo que los riegos deben ser a fondo hasta que salga agua por los agujeros de drenaje (si está en maceta) y cuando la superficie de la tierra comienza a secarse, evitando tanto el encharcamiento permanente del suelo como su secado total. bajo ningún concepto deben pulverizarse las hojas, debido a que esto podría crear las condiciones ideales para el desarrollo de hongos u otras enfermedades.

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En caso extremo de que esta planta se marchite por falta de agua, existe la posibilidad de recuperación si se actúa de inmediato y se riega al pequeño árbol en un balde u otro contenedor hasta que se empape bien toda la tierra.

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Ruben
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