Plantas acuáticas: características y cuidados de la Elodea

Elodea” es el nombre cotidiano que se le da a la Elodea Canadensis o Anacharis, una planta acuática originaria de Norteamérica. También conocida como Peste de Agua o Luchecillo, en ciertos lugares de Europa, Asia y África se la considera una plaga por su continuo crecimiento en cursos de agua, creando problemas de drenaje. En contraste, en otros lugares del mundo es muy difícil de conseguir.

En América del Sur es muy fácil criarla. Su más alto potencial se da en aguas frías o tanques tropicales, pero de temperaturas no muy altas. Crecen largos tallos con hojitas que crecen en forma de roseta, y que son alargadas, ovaladas y en verticilo, serradas y con terminación en punta. Las raíces pueden salir a cualquier altura y desde allí van al fondo a aferrarse. Sin embargo, también puede mantenerse vivas flotando, sin afianzarse a nada sólido. Viven enteramente bajo el agua, excepto sus flores, que son color rosado o lila (dependiendo del sexo de la planta), nacen en invierno y flotan en la superficie. Su época más intensa de reproducción es el verano, cuando se desprenden hijuelos de la planta madre y flotando se dirigen a otro lugar donde enraizar y comenzar otra planta.

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La Elodea es una planta muy poco exigente pero, como decíamos, puede no progresar si se la mantiene en aguas muy cálidas. En aguas frías es más tupida, robusta y colorida. Puede vivir tanto en sombras como a la luz, pero crece al máximo si se la expone al sol –tamizado en verano. En estas condiciones, sus tallos pueden llegar a los 3 metros de longitud, y el largo de sus hojitas a 3 centímetros. Si la plantamos en un acuario, tengamos el cuidado de dejar cinco centímetros entre planta y planta para darle buen espacio para crecer.

El mejor ambiente para una Elodea es un ecosistema lacustre, es decir, sedimentario, de lagos ricos en nutrientes (en Buenos Aires, podemos verlas crecer de forma “salvaje” en los lagos de Palermo, por ejemplo). Su presencia genera un buen hábitat para invertebrados acuáticos y sirve para cubrir peces y anfibios (algunos peces la aprovechan como alimento también). Además, libera sustancias antibacterianas, contribuyendo a oxigenar el agua; y sus hojas absorben las sales minerales, por lo que controlan el crecimiento de las algas. Necesita únicamente de un aporte de dióxido de carbono (que puede hacerse con un aireador) y fertilizantes ricos en hierro. También recomendamos cambios parciales de agua, sobre todo en meses cálidos.

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Por María del Mar

Cristian
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