El aire: limpio y sano
Debe tenerse en cuenta el hábitat originario de cada especie y luego adecuarlas a nuestro medio.
La temperatura real en las que viven las plantas es también importante. Debe permanecer estable, aunque fluctuaciones ligeras no causaran daños serios.
Uno de los inconvenientes de cultivar plantas en casa es que mientras en la naturaleza la noche es más fría, dentro de casa puede ocurrir lo contrario. De todos modos los daños son inferiores a los que cabría suponer.
La luz: claridad
Ninguna planta verde puede crecer sin luz. Para empezar, la luz atraviesa el cristal de las ventanas, lo que es muy distinto de la luz natural. Se puede solucionar el problema cultivando algunas de las innumerables plantas que medran en situaciones sombrías, pero en todo caso, estas requieren toda la luz que pueda proporcionárseles.
Las plantas de interior tienden a crecer hacia la ventana, que es su principal fuente de luz, y si se abandonan a su propia suerte saldrán torcidas hacia un lado. La solución reside en girar el tiesto una vez a la semana.
Vigile también que el sol no les dé directamente porque las quemará.
El suelo adecuado
Por regla general, las plantas de interior se introducen en tiestos con mezcla de limo, turba y arena, o bien con los llamados “sin suelo”, a base de turba con fertilizantes añadidos. Ambos tipos son perfectamente adecuados, pero no deben mezclarse entre sí.
Cualquiera que sea la mezcla básica utilizada, habrá que alimentar las plantas durante la estación de crecimiento (principios de verano a mediados de otoño), lo que suele hacerse a intervalos de una o dos semanas. Existen en el mercado varios tipos de fertilizantes, es propicio asesorarse cuales son los más adecuados para cada especie, estación y tipo de tierra en la cual vive la planta. Por último, es muy importante asegurarse de seguir las instrucciones de uso al pie de la letra.
Imagen: plantscapeinc.com
Todos los temas me parecen muy interesantes, me encantan las plantas.