Agua verde y algas en estanques, piletas y peceras

El agua en un estanque nuevo se torna inevitablemente verde. Es un fenómeno absolutamente natural y no perjudica a los peces; simplemente ofrece un aspecto poco atractivo. Esto no es otra cosa que un caldo de diminutas plantas unicelulares: las algas.

Un estanque necesita solo dos profundidades: un piso principal de 45-60 cm. de profundidad, que convendrá a casi todos los nenúfares, y una plataforma de 15-20 cm. de profundidad para plantas marginales, (como los lirios amarillos y el almizcle).

Las algas se nutren de las salen minerales disueltas en el agua y la luz. En un estanque recién llenado gozan de ambas en abundancia, al no haber cobertura superficial que impida una penetración máxima de luz y al ser el agua de grifo rica en sales minerales disueltas.

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Así que el agua se espesa a medida que el verde la invade. Cambiándola sólo se consigue un suministro fresco de sales minerales y todo el proceso empieza de nuevo, al tiempo que un tratamiento químico, aunque posible, no ejerce efectos duraderos.

La solución reside en introducir competidores naturales en forma de otras plantas que priven a las algas de nutrientes y de luz.

El follaje de los nenúfares amarillos y otras plantas que flotan quitará la luz solar de la superficie y un desarrollo abundante de plantas oxigenadoras sumergidas consumirá las sales minerales.

Cuando estas plantas se establezcan y florezcan, las algas se desvanecerán y el agua se limpiará poco a poco.

Así se conseguirá un efecto transparente.

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Cristian
Cristian